Mientras que a las 16:00 sus compañeros de la oficina se
reúnen a tomar un café antes de terminar la jornada laboral, Ana Valarezo busca
(todos los días, a la misma hora) un frasco de lubricante para humedecer sus
ojos.
A sus 28 años, y con una joven carrera en el mundo de la
programación, ella gasta, mensualmente, USD 7 en productos para sus ojos. Son
USD 84 anuales a los que suma otros USD 50 de las consultas con oftalmólogos y
con especialistas que la ayudan a sobrellevar la resequedad ocular que padece tras
un decenio apegada a las pantallas de sus dispositivos electrónicos.
Tal como lo menciona Alfonso Mojica, especialista de Óptica
Los Andes, las nuevas tecnologías suponen retos antinaturales para la visión
humana.
Nunca antes los ojos
de las personas estuvieron obligados a mirar constantemente pantallas
retroiluminadas, que además liberan radiación. Asimismo, ahora ven objetos
animados que se desplazan a grandes velocidades, a centímetros de su campo
visual.
De acuerdo con The Vision Council, nueve de cada 10 adultos
usan un dispositivo digital por no menos de dos horas durante su período diario
de actividades.
El estar pegados a las pantallas de sus tabletas,
computadores y teléfonos inteligentes ha generado el Síndrome Visual
Informático. La condición se da, entre otros factores, por la radiación de las
pantallas, las bajas condiciones de luz exterior o interior en el momento de
revisar un dispositivo, o porque los usuarios llegan a pestañear menos de 18
veces por minuto (por lo que los ojos se resecan).
Es por ello que una de las primeras recomendaciones de los
expertos es la regla del 20 x 20 x 20; es decir, cada 20 minutos frente a una
pantalla, se debe tomar un descanso de 20 segundos y caminar 20 pasos.
Con ello se obliga a mirar otro entorno (es preferible si
los objetos, en el nuevo campo visual, se ubican a más de 3 metros de
distancia) para así eliminar la tensión a la que están sometidos. La
recomendación le ha funcionado correctamente a Ana.
Después de que le diagnosticaron una sequedad ocular aguda,
ella ha modificado sus períodos de trabajo para tener espacios de relajación
visual, los cuales toman ocho minutos al día en su jornada de ocho horas.
Ella afirma sentirse
“como una boba” al no haberse tomardo en serio la regla 20 x 20 x 20 mucho
tiempo atrás, antes de desarrollar su padecimiento ocular.
A la final, esos minutos antes los desperdiciaba viendo la
pantalla en blanco y tratando de desarrollar algún sitio web o aplicación para
teléfonos.
La regla es tan solo una parte de las rutinas de prevención
de enfermedades visuales causadas por dispositivos electrónicos. Mojica explica
que lo ideal sería que las personas utilizaran sus celulares, por ejemplo, a
una distancia de más de 35 centímetros de los ojos. Sin embargo, esto resulta
un impedimento en el momento de andar por la calle o recostados en la cama a
medianoche.
En ese sentido, su
consejo es que los usuarios configuren sus pantallas para que los contenidos se
puedan visualizar en letras grandes y reducir la probabilidad de molestias.
Tal medida ha servido mucho a Alfredo Marín, un usuario de
18 años. Él recibió el diagnóstico de miopía hace dos años, y una de las
posibles causas fue el uso frecuente de su tableta a cortas distancias para,
paradójicamente, leer algunos de los documentos electrónicos que necesitaba
para clases.
Obligado a llevar un par de lentes permanentemente, él
ahora revisa su iPad siempre con las letras en un tamaño mediano o grande para
no dañar más su condición visual.
Aunque Marín
reniegue ahora de sus lentes, esta parecería una medida efectiva en los años
venideros para los usuarios de dispositivos electrónicos. Aun cuando las lunas
carezcan de medida alguna, las gafas se vuelven necesarias para evitar el
efecto de la radiación sobre los órganos visuales.
Mojica señala que las lunas recubiertas contra ciertos
rayos filtran la luz necesaria que llega al ojo. Ahora bien, lo más complicado
en estos casos son los ‘heavy users’ de la tecnología; aquellos usuarios que
pasan hiperconectados a sus dispositivos.
En sus casos, la primera medida es la adquisición de lentes
que les permitan estar frente a sus tabletas o celulares de manera constante. A
la par, entre ellos es necesario un examen visual para determinar los índices
de lubricación de sus ojos y para determinar si necesitan utilizar lágrimas
artificiales.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:http://www.elcomercio.com/tendencias/degradacionocular-medicina-tratamiento-lentes-sociedad.html
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