En el período embrionario, desde de la 22ª
semana de la vida intrauterina, el ojo se desarrolla a partir del extremo
anterior del tubo neural, llamado prosencéfalo. En ese momento a ambos lados de
su porción anterior se crean sendas prolongaciones o vesículas ópticas que se
ponen en contacto con el ectodermo suprayacente, induciendo los cambios
necesarios en él para que en ese punto comience a invaginarse y engrosarse,
formando la denominada placoda cistaliniana. Al separarse de su capa de origen
forma un cuerpo más o menos esférico que será el cristalino primigenio.
Acompañando a este proceso la prolongación prosencefálica toma forma de copa,
inicialmente abierta por la zona inferior (fisura coroidea) y progresivamente va
englobando al futuro cristalino, que quedará situado en el centro de la
abertura anterior. Esta abertura no llegará a cerrarse y será el origen de la
futura pupila, mientras que la fisura coroidea se cierra hacia la séptima
semana del desarrollo embrionario.
Desde de la 22ª semana del período embrionario, el ojo se desarrolla a partir del extremo anterior del tubo neural (prosencéfalo). Imagen tomada de Langman J., Embriología médica.
Como la copa neural procede de una
estructura tubular, está formada por una doble capa de tejido separada
inicialmente por un espacio, el espacio intrarretiniano, que posteriormente
desaparecerá al unirse ambas capas. La externa se pigmenta intensamente y
formará posteriormente el epitelio pigmentario de la retina, mientras que la
interna evoluciona de forma más compleja: en los cuatro quintos posteriores se
hace más gruesa y da origen a la retina neurosensorial, al diferenciarse sus
células en tejido nervioso; la quinta parte anterior o porción no visual de la
retina finalmente se dividirá en la porción irídea y la porción ciliar de la
retina, origen de los epitelios del iris y cuerpo ciliar. A nivel posterior, lo
que correspondería al tallo o fuste de la copa se convertirá en el nervio
óptico.
Copa neural que procede de una estructura tubular, está formada por una doble capa de tejido separada inicialmente por un espacio, el espacio intrarretiniano, que posteriormente desaparecerá al unirse ambas capas.
Imagen tomada de Langman J., Embriología médica.
Imagen tomada de Langman J., Embriología médica.
Todas estas estructuras están
rodeadas de un tejido laxo que también penetra en la copa neural a través de la
fisura coroidea, invadiendo su interior y generando vasos retinianos
permanentes y vasos hialoideos que finalmente acabarán desapareciendo. También
origina la zónula ciliar o ligamento suspensorio del cristalino, y una red
fibrilar entre cristalino y retina que acabará formando el humor vítreo.
Ese tejido mesenquimatoso forma
también dos capas por fuera de las estructuras en desarrollo: la más interna,
equiparable a la piamadre a nivel del cerebro, dará origen a la coroides; la
más externa, equiparable a la duramadre, formará la esclera, que se continúa
con la duramadre del nervio óptico. A nivel de iris y cuerpo ciliar producirá
también las estructuras musculares de estos órganos.
Tejido mesenquimatoso formará dos capas: la más interna (piamadre), dará origen a la coroides; y la más externa, (duramadre), formará la esclera, que se continúa con la duramadre del nervio óptico.
Imagen tomada de Langman J., Embriología médica.
Imagen tomada de Langman J., Embriología médica.
En la parte anterior, se crea un
espacio por vacuolización que creará la cámara anterior, y que separa el tejido
en una parte interna situada sobre la porción irídea de la retina (membrana
iridopupilar) que se convertirá en el estroma iridiano, y una parte externa que
se continúa con la esclera y que acabará formando la córnea. A veces en el
adulto se observan filamentos de tejido que parten del estroma del iris y que
cruzan la pupila, como restos de aquella membrana pupilar que no se eliminaron
totalmente.
Los fallos en el desarrollo embrionario pueden generar algunos de
los defectos congénitos oculares que podemos encontrarnos en la consulta. Así,
por ejemplo, los defectos de cierre de la fisura coroidea producen colobomas a nivel iridiano, de cuerpo ciliar, coriorretiniano
o de nervio óptico.
Coloboma de iris
Imagen funduscópica del coloboma nervio óptico del O.I
La catarata congénita aparece como otro defecto del desarrollo
embrionario por diferentes causas que provocan una opacidad permanente en el
cristalino, entre las que se encuentran algunas infecciones virales como la
rubéola, en caso de se desencadene entre la cuarta y quinta semana del
embarazo, cuando se está desarrollando del cristalino.
Debido a que muchas de las estructuras oculares tienen un origen común,
con frecuencia los defectos congénitos producen alteraciones múltiples a nivel
del ojo e incluso cráneo-encefálicas, ya que, como hemos visto, el ojo se
desarrolla fundamentalmente a partir del cerebro primigenio.
Ojo completamente desarrollado a partir del cerebro primigenio. Imagen tomada de Langman J., Embriología médica.
Escrito
por el Innova Ocular
IOA Madrid
Responsable
de la Unidad de Diagnóstico.
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